A veces, en mis ratos libres, trabajo de camarera,
es un trabajo que se me da bien por mi maravilloso
método de comunicación y por lo agradable que puedo llegar a ser,
pero realmente lo hago para observar a la gente
por estos lugares de paso.
Localizo un buen ángulo en el lugar de trabajo,
por ejemplo, detrás de la barra,
y desde ahí comienzo un estudio sobre el campo de visión
y su continua transformación, debido al tránsito "humano",
y a los diferentes cambios de luz según las horas del día.
Un hotel es bastante itinerante en cuanto a su clientela,
gente de todos los lugares, y para todos los gustos,
yo por eso he elegido uno.
Esta es la cara de loca que se te puede quedar
después de algunos meses trabajando
en ello.
Debido a que al director del hotel
no le parece bien que dibuje
en horas de trabajo
porque "no tengo la cabeza
en el trabajo, sino en el dibujo",
debo realizarlos en el menor tiempo posible,
intentando no ser vista
entre café y café.
Resulta bastante estimulante.
"Sí, sí, sí..."
Pueden aparecer personas especiales,
como Luca y Prisca.
Y te dedican versos como estos:
scoprire giovani
con il tuo stesso ideale
sorridere a sguardi
di chi ama la belleza
e ha nel sangue
la certezza
che abbracciare
l’amore
non è la fine
ma l’inizio della
nostra vita eterna.
Luca Grippa.
Dolce Prisca
